Se retrocede con seguridad pero se avanza a tientas, uno adelanta manos como un ciego, ciego imprudente por añadidura pero lo absurdo es que no es ciego y distingue el relámpago, la lluvia, los rostros insepultos, la ceniza, la sonrisa del necio, las afrentas, un barrunto de pena en el espejo, la baranda oxidada con sus pájaros, la opaca incertidumbre de los otros enfrentada a la propia incertidumbre
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